Thursday, May 25, 2006

La marcha de los pingüinos ¿el fin del “no estoy ni ahí”?


La marcha de los pingüinos ¿el fin del “no estoy ni ahí”?
El movimiento estudiantil actualmente en curso da para mucho. Refleja el patético estado actual de la educación chilena y muestra que existen jóvenes que ven más allá de sus narices.

En estos días los noticieros y periódicos nos han informado del movimiento de estudiantes secundarios que tienen en paro o en toma a una parte importante de los establecimientos educacionales de Santiago, y que amenaza con extenderse a todo el país. Ya está más que claro que esta situación es mucho más que una “pitanza” de adolescentes flojos que buscan pretextos para “sacar la vuelta”, sino que se trata de la explosión final, la consecuencia lógica del patético actual estado de cosas en la educación chilena. Más allá de la excesiva impetuosidad e intransigencia de algunos dirigentes y los infaltables “encapuchados” (fenómeno por lo demás inevitable en toda concentración de masas), el giro que ha tomado los acontecimientos indica que este movimiento es la expresión del descontento de los estudiantes y de sus profesores con el actual estado de cosas de nuestro sistema educacional.



Y es que el tema es de importancia crucial para el futuro del país, pues los estudiantes de hoy serán los profesionales del futuro, y son los que van a tener que sostener la expectante posición económica que ha logrado el país, y de la cual nos ufanamos ante el resto de latinoameríca. Claramente Chile no está generando los profesionales y técnicos que necesita para sostener su sistema productivo, sino que más bien cientos de iletrados con diploma, carentes de la formación necesaria para enfrentar las exigencias de un mundo cada vez más globalizado y competitivo.



Los resultados del SIMCE y de otras pruebas indican que la reforma educacional no está dando los resultados esperados. La jornada escolar completa se ha usado para hacer más de lo mismo en vez del complemento y enriquecimiento de la actividad académica. Los profesores, en tanto, siguen trabajando como chinos por una porquería de sueldo. Todo esto, producto de un sistema educacional que ha privilegiado la eficiencia administrativa por sobre su verdadera misión, que es formar alumnos. Esto lo he podido apreciar en mi experiencia como docente universitario (ver mi artículo “Criadero de Parásitos”)

Las autoridades, en tanto, se han visto evidentemente sobrepasadas por la situación. No pueden darse el lujo de mandar a la policía a reprimir a los “niños” con bombas lacrimógenas y llevarlos “de un tirón de orejas” a estudiar, más allá del necesario control de los desbandes de los “encapuchados” de siempre. Están en frente de un grupo de estudiantes que, además de tener la razón de su lado en muchas de sus demandas, no confían en las autoridades, pues en ocasiones anteriores han negociado y hasta llegado a acuerdos que posteriormente no se han cumplido o se han desvirtuado.



Por otra parte, este movimiento parece marcar un retroceso importante de esa irritante mentalidad del “no estoy ni ahí”, encarnada en la apática figura de Marcelo Ríos, y predominante en la juventud chilena desde fines de los años 90. Esa juventud alineada, superficial, desinteresada en todo lo que estuviera más allá de su propio ombligo, y cuya mayor aspiración de vida era ser parte del “Team Mekano”. Me alegra saber que al menos una parte de esta generación tiene la suficiente resistencia mental para aguantar el bombardeo mediático farandulero de todos los días, y ser capaz de poner en la agenda temas de la máxima trascendencia. A lo mejor son pocos los “iluminados conscientes” y los demás son una masa aborregada que no entiende lo que está en juego, pero por lo demás eso es lo que ha pasado en todas las grandes revoluciones.

Habrá que seguir el desarrollo de los acontecimientos, pues esta crisis da para mucho y puede desembocar en cambios importantes en la educación chilena.


0 Comments:

Post a Comment

<< Home