Tuesday, May 30, 2006

Luciano…..


Luciano…..
Un modesto y sentido homenaje al Dr. Luciano Laroze Barros (QEPD), colega recientemente fallecido.

Nunca me tocó ser su alumno. Durante toda mi carrera como estudiante de la Universidad Santa María solamente lo ubicaba como uno de los profesores más antiguos del departamento de Física. La primera vez que me tocó trabajar con él fue cuando hice mis primeras armas como profesor de Física 100. Ahí me pude dar cuenta de la rigurosidad con que Luciano abordaba su trabajo docente, así como de la manera apasionada con que defendía sus ideas. Recuerdo la vez en que, con la ingenuidad propia de los profesores debutantes, fui a mostrarle unas transparencias que había desarrollado para usarlas en las clases, y Luciano, en forma respetuosa pero apasionada, me las rechazó. Fue mi primer, único y gran encontrón con el “estilo Laroze”. A pesar de no concordé con muchas de sus ideas acerca de la docencia, siempre mantuve una relación sumamente respetuosa con él, la que me correspondió con un trato muy amable. Hasta este año me pedía ayuda para revisar los certámenes de Física 100 para ver si los “duendes” habían metido sus manos en ellas, y para detectar hasta el más mínimo detalle (la “especialidad de la casa” de Luciano) que pudiera provocar un “despelote” generalizado entre los nerviosos mechones.

Con él, se va una parte importante de la historia de la universidad. Ya no se da en estos tiempos que alguien le dedique toda su vida a una institución. Fue uno de los primeros académicos de la universidad que se atrevió a doctorarse cuando a nadie en Chile se le pasaba por la mente hacerlo. Durante su vida realizó un destacado trabajo tanto en el ámbito docente como en el académico. Mantuvo una posición firme en favor de la excelencia académica, concepto tantas veces mencionado pero tan mancillado en este último tiempo.

Su descenlace fue fulminante. En dos semanas, un sorpresivo cáncer lo sacó de su incesante actividad académica. Aunque suene cliché, la vida es frágil. Uno nunca sabe cuándo Dios nos va a llamar a su casa a rendir cuentas por nuestra vida. Creo que una de las mejores maneras de morir es como la de Luciano: al pie del cañon, trabajando intensamente en lo que a uno le apasiona. Luciano dio su vida a la USM, y por ello que merecía más que nadie que su responso fúnebre se haya realizado en el hall del edificio A. Me reconfortó ver a su señora, la profesora Patricia Navarrete (que fue mi profesora de Biología en los SSCC de Valparaíso) y a sus hijos David (heredero de su labor académica y científica) y Lisa (con quien trabajé en un periódico que teníamos en el colegio llamado “El Vocero” y que ahora es toda una posgraduada) con la sensación de tranquila resignación que da el saber que su ser querido está en las manos de Dios y despedido con todos los honores por la institución a la que le dedicó su vida.
Ahora Luciano está en otra dimensión, quizás diferente a las tantas que estudió durante su vida. Seguramente Newton, Faraday y todos los demás próceres le aclararon todas las dudas que le quedaron y, por primera vez, puede apreciar la infinita belleza del universo al que dedicó su vida a comprender y enseñar. Para un amante de la ciencia y de la verdad, mejor premio que ése no puede haber.

Luciano, descansa en paz.


Thursday, May 25, 2006

La marcha de los pingüinos ¿el fin del “no estoy ni ahí”?


La marcha de los pingüinos ¿el fin del “no estoy ni ahí”?
El movimiento estudiantil actualmente en curso da para mucho. Refleja el patético estado actual de la educación chilena y muestra que existen jóvenes que ven más allá de sus narices.

En estos días los noticieros y periódicos nos han informado del movimiento de estudiantes secundarios que tienen en paro o en toma a una parte importante de los establecimientos educacionales de Santiago, y que amenaza con extenderse a todo el país. Ya está más que claro que esta situación es mucho más que una “pitanza” de adolescentes flojos que buscan pretextos para “sacar la vuelta”, sino que se trata de la explosión final, la consecuencia lógica del patético actual estado de cosas en la educación chilena. Más allá de la excesiva impetuosidad e intransigencia de algunos dirigentes y los infaltables “encapuchados” (fenómeno por lo demás inevitable en toda concentración de masas), el giro que ha tomado los acontecimientos indica que este movimiento es la expresión del descontento de los estudiantes y de sus profesores con el actual estado de cosas de nuestro sistema educacional.



Y es que el tema es de importancia crucial para el futuro del país, pues los estudiantes de hoy serán los profesionales del futuro, y son los que van a tener que sostener la expectante posición económica que ha logrado el país, y de la cual nos ufanamos ante el resto de latinoameríca. Claramente Chile no está generando los profesionales y técnicos que necesita para sostener su sistema productivo, sino que más bien cientos de iletrados con diploma, carentes de la formación necesaria para enfrentar las exigencias de un mundo cada vez más globalizado y competitivo.



Los resultados del SIMCE y de otras pruebas indican que la reforma educacional no está dando los resultados esperados. La jornada escolar completa se ha usado para hacer más de lo mismo en vez del complemento y enriquecimiento de la actividad académica. Los profesores, en tanto, siguen trabajando como chinos por una porquería de sueldo. Todo esto, producto de un sistema educacional que ha privilegiado la eficiencia administrativa por sobre su verdadera misión, que es formar alumnos. Esto lo he podido apreciar en mi experiencia como docente universitario (ver mi artículo “Criadero de Parásitos”)

Las autoridades, en tanto, se han visto evidentemente sobrepasadas por la situación. No pueden darse el lujo de mandar a la policía a reprimir a los “niños” con bombas lacrimógenas y llevarlos “de un tirón de orejas” a estudiar, más allá del necesario control de los desbandes de los “encapuchados” de siempre. Están en frente de un grupo de estudiantes que, además de tener la razón de su lado en muchas de sus demandas, no confían en las autoridades, pues en ocasiones anteriores han negociado y hasta llegado a acuerdos que posteriormente no se han cumplido o se han desvirtuado.



Por otra parte, este movimiento parece marcar un retroceso importante de esa irritante mentalidad del “no estoy ni ahí”, encarnada en la apática figura de Marcelo Ríos, y predominante en la juventud chilena desde fines de los años 90. Esa juventud alineada, superficial, desinteresada en todo lo que estuviera más allá de su propio ombligo, y cuya mayor aspiración de vida era ser parte del “Team Mekano”. Me alegra saber que al menos una parte de esta generación tiene la suficiente resistencia mental para aguantar el bombardeo mediático farandulero de todos los días, y ser capaz de poner en la agenda temas de la máxima trascendencia. A lo mejor son pocos los “iluminados conscientes” y los demás son una masa aborregada que no entiende lo que está en juego, pero por lo demás eso es lo que ha pasado en todas las grandes revoluciones.

Habrá que seguir el desarrollo de los acontecimientos, pues esta crisis da para mucho y puede desembocar en cambios importantes en la educación chilena.